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Pequeña biografía de Manuel Cepeda a sus 21 años de inmortalidad

Memoria
Por María Méndez
Oficina de Comunicaciones y Derecho Humanos CODH- Fundación Colombia Soberana



 “ Pero de repente un viento fuerte desgranó puertas y ventanas…”

Si, desgranó puertas y ventanas... y vidas... ese viento llamado "Baile Rojo", ese viento fascistas que olía a pólvora y sangre, que salía de cada batallón, de cada estación de policía, de cada oficina de inteligencia, de cada antro de paramilitares, de la "Casa de Nariño"... es el viento que se llevó a Manuel Cepeda.

Un Camarada brillante, humano, humilde, ejemplo para todos los que seamos comunistas, incluso para los que sean medianamente demócratas o digan preocuparse por el pueblo.

Armenia tuvo la fortuna de que en sus tierras naciera un 13 de Abril de 1930. Siendo un estudiante de Derecho en la Universidad del Cauca ingresó al Partido Comunista Colombiano, era 1953, y 5 años después fue elegido Secretario General de la Juventud Comunista JUCO y obviamente, miembro del Comité Central.

Se destacó en sus labores, era disciplinado y entregó todos sus esfuerzos a la reconstrucción del Partido, al lado de Camaradas como Hernando Gonzales Acosta, Jaime Pardo leal y la bella e inolvidable "Mariposa Árabe" como llamaría en un poema a quien fuera su esposa desde 1960: Yira Castro.

Fue preso político, conoció las negras mazmorras del estado, la crueldad, la oscuridad de la celda, pero jamás conoció qué fue entregar las banderas, qué fue dejarse doblegar el alma y su espíritu de lucha. Allí escribió su libro de poemas "Vencerás Marquetalia" homenaje a los campesinos que se levantaban en armas ante el exterminio al que los sometía el gobierno.

Se hace cargo de Voz Proletaria, hoy El Semanario Voz, periódico del pueblo y para el pueblo. Destacándose, como siempre, en sus tareas. Quizás muchos de los periodistas alternativos, de izquierda y comunistas tuvimos su inspiración para ejercer esta profesión a la que Manuel Cepeda le entregó muchos años de su vida y en la que era un maestro.

Llegó el año 81 y con él uno de los golpes más duros para el Camarada Manuel, sus hijos, el PCC,y el pueblo en general: La muerte de su esposa Yira, para quién escribe "Yira Castro: Mi bandera es la alegría". 

Desde el inicio denunció. Denunció las injusticias, denunció el hambre de las mayorías, el frío de los niños, la falta de justicia social, la miseria y claro,  la persecución, la criminalización y el exterminio al que siempre fue sometido El Partido Comunista Colombiano, luego la Unión Nacional de Oposición UNO y por último la Unión Patriótica.

Hizo todos lo posible para que el pensamiento diferente tuviera garantías. Siendo Senador por la UP , junto a otros compañeros, se reunió con Rafael Pardo, Ministro de Defensa de César Gaviria, denunciando el plan "Golpe de Gracia" que había sido elaborado por altos mandos militares y paramilitares. 

La respuesta se esperaba. Hicieron caso omiso, quizás por inocencia, quizás por cobardía, o ¿quizás por complicidad? y fueron más allá, los ridiculizaron, esos "culicagados" asesores del gobierno de entonces, que no sabían qué era la vida y desconocían o ¿desconocen? la verdadera Colombia, ante medios de comunicación los clasificaron de sufrir "jurasic paranoia" .

El "Golpe de Gracia" llegaba a cada uno de los líderes, militantes y seguidores de la UP y el 9 de Agosto de 1994 llegó para Manuel en la Avenida las Américas con 74. El Estado fue Condenado por este magnicidio en el 2010 y  fue clasificado como Crimen de Lesa Humanidad en el 2014. 

Llegó la hora de terminar esta pequeña biografía que queda corta ¿Cómo poder terminar este escrito? Buscando palabras de soles y de lunas, de futuro y de esperanza... pero creo que este lápiz no es el mismo, cuando hablamos de Hombres Nuevos y eternos las palabras no alcanzan. Tal vez sea mejor que sus bellos versos vuelen como aves de color dándole verdadera vida a este escrito.

Ave Fénix

¿Y por qué
no escapaste
cuando cayeron Jaime,
Leonardo,
Miller?

¿Cuando Teófilo partió en un viaje sin retorno
y Antequera entró en el aeropuerto
y Bernardo lanzó su última sonrisa?
Y cuando aquel desconocido (labriego, obrero, estudiante)
dijo: -Aquí luché, aquí muero.-
Y murió.

No hablamos de la cacería del tigre
ni de la flecha contra el águila
sino de un genocidio a la luz del día,
del racimo entregado al sacrificio,
de abuelos, nietos, hijos, madres
que en vano anhelaron tu regreso.

… Los árboles
transmiten sus semillas
en el aire.
Las lanzas de Bolívar,
las luciérnagas
de Policarpa
y el aullido
de los libertadores
resucitan con niebla
en la hondonada.

Tras la pared de fusilados
invencibles retoñan
los geranios
y deidades anónimas
bautizan callejuelas
del mercado.

¿Quizás el exilio
nos habría salvado?
¿Tal vez el asilo
preservaría a Jaime y a Leonardo
cuando el palacio
armó la mano del esbirro?

Dejemos al examen del futuro
el error de la lucha, si era bueno
acudir a la cita, si era mejor agazaparse, si el tejido
del tapete gigante debería
llevar un hilo de oro o de topacio
en lugar del cabello aniquilado.

Pero
no teorices
sin medir el esfuerzo, la titánica
labor que hace la ola en el océano
ni consigas el titulo con tesis
bien (mal) pagadas
sobre la tumba de los mártires.
Sube un rayo
de luz anunciadora,
una espuma veraz
del fondo oceánico
desde la sencillez
de Jaime
Pardo.

Penúltima carta de amor a Yira Castro

I

Amor sálvame de la prehistoria

Hallo tus fotos
caídas entre los libros,
clavadas en la espalda de mi casa,
atravesándome la frente.

Te veo, reportera,
tapándote de la ventana cruel,
huyéndole al viento verdugo.
Y allí vas
saltando charcos,
retratando a los niños,
descifrando la esfinge suburbana.
Mariposa árabe:
sácame de la prehistoria,
rescátame del diluvio universal.

Y preguntas. Preguntas mucho.
Indagas existencias
hasta hacerlas cantar en tus crónicas
y vuelves a salir
(no esperes, llego tarde)
a la calle apoteósica.
Afuera Bogotá nocturno
emprende comunidades estelares
en su tapiz asiático.

Asciendes
barriadas, ventisqueros
y luego:
“Hoy visité Lucero Alto,
pasé por las Colinas,
cómo llovía en el Meissen”.

Entrégame la flor de la suerte
trébol del nomeolvides
fluvial Ofelia en pos de Hamlet.
Cierra la ventana por Dios:
el sacrílego viento no me deja dormir.

II

Te declaro
mi amor en las paredes

Nuestras ciudades están censadas
por consignas de amor.

“Te quiero Oliva.
Te adoro Teresa.
Sin vos no puedo vivir”
Y allí un corazón flechado
verde o escarlata
epitafia adorables ladrillos.

Soy precursor.
Antes de que los barrios
fueran escriturados
(Julieta y Romeo
no habían nacido)
escribí:- Te quiero Yira,
sin ti no puedo vivir,
me haces falta muchacha.-
Y fui hasta la novena cuadra,
hasta la undécima semana
agotando el spray
escribiendo
tu hipotético nombre
como si presintiera que la noche
iba a borrarlo.

Mayo de 1994



Se llevaron su cuerpo, pero no sus ideales, su bandera y su ejemplo. Hasta siempre Camarada Manuel. 









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