Memoria
Por María Méndez
Oficina de Comunicaciones y Derechos Humanos CODH
Fundación Colombia Soberana
Fuente UP Colombia
"El enemigo no olvida ni perdona, pero nuestra vida se la hemos entregado a los trabajadores, ellos son su dueños. Pero si en el momento en que el enemigo lograra arrebatarnos nuestra vida, bienvenida la muerte, porque sabemos, indiscutiblemente, que al caer nosotros, de la unión de jóvenes patriotas, saldrán los que nos deban representar, los que nos deban reemplazar" Jaime Pardo Leal
Hablar de Jaime Pardo Leal no es fácil, primero, porque (y me permito hablar en este pequeño espacio en primera persona y pido disculpas por ello) aunque no lo conocí, debo admitir que escribo con lágrimas en los ojos. Segundo él representa un ideal más allá de tiempo y lugar. Hablar de Jaime Pardo Leal no es hablar de un hombre, ni de un super héroe, esos los pare la tierra todos los días. Hablar de Jaime Pardo Leal es hablar del hombre nuevo, esos si son bien escasos.
Luchó por las clases trabajadoras, por los campesinos, por la paz y por Colombia en general. Era ejemplo de entereza, fuerza, valentía y amor. Su vida nos la robó el estado el 11 de octubre del año 87. Ese día desangraron a Colombia, nos robaron una posibilidad de cambio y nos alejaron de la paz.
Pero no seré yo, que entre la multitud miraba los desordenes muy asustada mientras lloraba su partida, aunque en aquel tiempo no entendiera mucho, la que hablará de este grandioso ser humano, será su amigo, asesinado también por el demente fascismo que gobierna a Colombia, el que nos hable de Jaime Pardo Leal, quien partió un día como hoy directo a la inmortalidad, directo a nuestros corazones.
Hay que seguir el espléndido camino de Jaime Pardo Leal
Por Manuel Cepeda Vargas
Quien conociera a Jaime Pardo Leal no adivinaría en el los rasgos de un mártir.
Arrollador, con la carcajada subrayando siempre sus epigramas picantes y enemigo de toda solemnidad, él era la imagen más cierta de un hombre libre de toda atadura dogmática o trágica y parecía destinado a vivir mil años.
Pero los enemigos de la patria le cobraron la risa y las denuncias impactantes. En la antesala del atentado del 11 de Octubre un capitán del S-2 del Batallón Ricaurte de Bucaramanga, implicado en el asesinato de Álvaro Garcés, alcalde de la UP de Sabana de Torres, se atrevió a denunciarlo por “calumnia”… Las paredes de Bogotá se llenaron de consignas siniestras, en que prácticamente auguraban su muerte… Quién colocó esos letreros fúnebres y agoreros? Que responda el Batallón de Inteligencia y Contrainteligencia “Charry Solano”!
Se repitió así en 1987 con Jaime Pardo Leal lo que había ocurrido en 1948 con Jorge Eliécer Gaitán.
Entonces los hilos secretos los movió el imperialismo norteamericano. Ahora los ha movido esa misma mano imperial. Porque en Colombia está despuntando un proceso inédito, de combinación de formas de lucha y de insurgencia de nuevas fuerzas que la ultraderecha teme como al fuego.
Si a Gaitán no le perdonaban su llamamiento contra la oligarquía, a Pardo Leal no podían excusarle que se hubiera atrevido a tocar a los intocables, que hubiera levantado audazmente el telón sobre las miserias del patrocinador de los paramilitares, Arias Carrizosa, al que prácticamente tumbó del Ministerio de Justicia y que, ante la Procuraduría, hubiera denunciado con pelos y señales la alianza de altos mandos militares con el nido de esbirros.
Pardo estoicamente había dicho: “No le tengo miedo a la muerte porque soy un dialéctico. Tengo que morir. Tengo que esperar la muerte para que otros vengan a hacer las cosas mejor de lo que yo las he hecho”.
Con él no podía uno equivocarse. Junto a la varita mágica de su humor había una voluntad acertada y una profunda consciencia sobre el destino de nuestro pueblo. Líder estudiantil en la Universidad, fundador de la Asonal Judicial entre los jueces, intuitivo y creador, iba a saltar sobre los horizontes de 1986 cuando la UP nominó como su candidato presidencial. Entonces la izquierda elevó en flecha su presencia parlamentaria y su influencia, convirtiéndose en el epicentro de una convergencia dispuesta a abrir nuevas perspectivas.
Ligaba a su trayectoria un caudal de virtudes personales que se transformaban en llave para abrir el corazón de las multitudes. Formidable tribuno, imantaba la imaginación popular llamándola a nuevas hazañas. Velozmente este hombre derribó una serie de mitos creados alrededor de la izquierda y, con su risa a flor de labio, negó la imagen prefabricada que la reacción ha hecho de los revolucionarios. Acciones y razones supieron colocarlo en la idiosincrasia de nuestro pueblo, que sabe reconocer los más altos valores humanos e identifico en su sencillez y en su limpidez a uno de sus mejores campeones.
Al convertirse en líder nacional el país conoció el hogar modesto, abnegado y laborioso que había fundado con su esposa Gloria Flórez de Pardo y del que hace parte sus hijos Yalima, Iván, Edison y Fernando, a quienes les expresamos la palabra solidaria de todos los camaradas y compañeros que conocimos y admiramos a Jaime.
A él le dimos la bienvenido, hace muchísimos años cuando ingresó a las filas de la Juventud Comunista. Eran los lejanos años 60- Desde entonces Pardo se adueñó de las bases de la doctrina marxista – leninista y las enriqueció en su vida diaria con acciones y militancia revolucionaria. Años después llegaría a ser miembro del Comité Central del PCC y desde allí contribuiría decisivamente al impulso de nuestra política.
Recordamos que el 19 de septiembre, durante la Marcha del Silencio, una enorme ovación se alzó cuando la UP, encabezada por Pardo leal, ingresó a la Plaza de Bolívar. El batir de pañuelos saludaba a la figura amenazada y le refrendaba el total apoyo.
Al disparar contra este líder la ultraderecha ha reconocido que la UP seguirá atrayendo las fuerzas de la inconformidad ascendentes en nuestro país y ha tratado, vanamente, de borrar a tiros una perspectiva política. Las multitudes indignadas que han acudido a decirle adiós inscrita en el llamamiento al Paro Nacional votado unánimemente por la CUT como homenaje a su trayectoria y como respuesta a sus asesinos.
Por órdenes del triángulo del gran capital, los grandes esbirros y los grandes intereses del imperialismo norteamericano, autores intelectuales y materiales le han dado ahora muerte. Pero jamás matarán sus ideas, su obra y sus lecciones. Y la veloz y fructífera trayectoria que él cumplió nos anuncia que nuevas figuras, surgidas de nuestro pueblo, se preparan a tomar por asalto la historia de este país, así como lo enseño con su ejemplo Jaime Pardo Leal.
*Editorial VOZ Octubre 15 de 1987
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