Memoria
Colombia Soberana
Por María Méndez
Alfonso Cano (Guillermo León Saénz Vargas). Nació en Bogotá en el agitado año 48, el 22 de julio. Fue el quinto de siete hijos del matrimonio entre una educadora y un agrónomo conservadores.
Desde joven demostró mucho interés por la lectura, especialmente de historia y política. Estudió Antropología en la Universidad Nacional. Militó en la JUCO, Juventud Comunista, en donde se convirtió en un líder.
Estuvo detenido varias veces, una de ellas, la que más duró, fue en 1981, cuando allanaron la casa en la que habitaba con su esposa e hijo. Después de año y medio volvió a ser libre, pero su vida corría riesgo. Decide unirse a las filas de las FARC.
En esta organización ascendió rápidamente por su gran capacidad. Al lado de Manuel Marulanda y Jacobo Arenas llegó a ser una de las figuras más importantes y queridas de esta guerrilla.
Participó en los proceso de paz de Caracas y Tlaxcala en 1991 y 1992. También estuvo en las negociaciones del Caguán, aunque con bajo perfil y fue el arquitecto del actual diálogo en la Habana.
Después de la muerte del comandante en jefe de las FARC, Manuel Marulanda Vélez, en mayo del 2008, el grupo insurgente nombra a Alfonso Cano como el nuevo líder de esta guerrilla por medio de un comunicado leído por Timoleón Jiménez.
El gobierno, a pesar de estar sosteniendo unas conversaciones que darían como fruto el actual proceso de paz con la guerrilla, decide echar a andar la Operación Odiseo, en la cual murió Alfonso Cano.
Sin gafas, desarmado, en estado de indefensión, fue fusilado Alfonso Cano, violando no solo la constitución colombiana "El derecho a la vida es inviolable, no habrá pena de muerte", sino pasando por alto el Derecho Internacional Humanitario, pero sobretodo ignorando la razón y cualquier sentimiento humano.
"¿Por qué no trajeron vivo, por ejemplo, a 'Alfonso Cano', cuando se dieron todas las condiciones de sometimiento de un hombre de más de 60 años, herido, ciego y solo?" pregunta el Arzobispo de Cali Monseñor Darío de Jesús Mosalve ante esta inexplicable muerte. Esa es la pregunta que nos hacemos todos los colombianos que entendemos que la solución a este largo conflicto es política y no militar.
"No se mata con quien se dialoga" han repetido los miembros de la delegación de paz de las FARC-EP, recordándole a Juan Manuel Santos, quien dio la orden del homicidio, que el problema no es solo hablar de paz, el problema es tener la voluntad para materializarla.
Alfonso Cano, un hombre de altas calidades intelectuales que murió intentando construir una plataforma de diálogo que permitiera llegar a un acuerdo para lograr el país que él soñó y que todos merecemos.
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